Friday

Me provoca cansancio incluso recordar el largo día que hoy he dejado atrás.
Me dirigía esta mañana al Este de la capital inglesa para mi audición en una de las escuelas más prestigiosas. Los edificios de City of London se alzaban frente a mi como grandes signos de trabajo y esfuerzo que me recordaban que a pesar de que mi vida no dependía de su sí o su no, la tristeza y la frustración me invadirían durante semanas. Pasé cinco largas horas encerrada tras aquellas cuatro paredes que incluso hacia el final adopté como mi propia casa. Goneril había inundado mis entrañas de odio y rabia hacia un padre del cual quería desprenderme, y Solange, borracha y enloquecida por la poción definía la situación de asesinato antes los dos hombres que me miraban con sus dos ojos y las manos cruzadas mientras cada una de mis palabras hacia eco en la sala. El hecho de ser la última no hizo diferencia a la hora de anunciar los recalls para los fines de semana de Mayo. De nosotros 26 sólo 2 consiguieron entrar en el círculo menor. Y yo no era una de ellas. Empezaron a salir por la entrada principal los 23 que con dignidad habían conseguido arrastrarse hasta las puertas de hierro con una sonrisa. La numero 24, entró en el baño con la intención de cambiarse y ocultar ese enorme sentimiento de tristeza y decepción. Poco después de ponerme las botas salí con mi mejor chaqueta, pero no sin antes mirarme en el espejo. Podía ver claramente reflejada mi cara, aún teniendo los ojos humedecidos. Brillaban con tanta fuerza que creí que en algún momento saltarían y huirían para no mirar más. La agonía me estrangulaba a medida que me miraba más y mi frustración crecía deprisa. Entendí que mi decepción no era hacia aquellos dos hombres que durante 4 minutos me habían regalado su tiempo para luego rechazarme, sinó que mi gran decepción fue hacia mi misma. Me repetía constantemente que yo no había demostrado todas mis capacidades o que no era suficientemente buena como para entrar en ninguna escula de arte dramático cuyo requisito era ser experta en Sheakspeare y no tener ningún tipo de fallos en dicción. Me miré durante 5 largos minutos, odiándome cada vez un poco más a mi misma y destacando mis mayores errores para que mi autoestima inexistente apareciera a 30m bajo tierra, justo en la via del metro.
Me encogí y salí de aquel precioso lugar que no me pertenecería en mucho tiempo, al menos 1 año hasta mi próximo intento. Las nubes habían dibujado preciosos corazones en el cielo mientras mi único deseo era mojarme bajo la lluvia y poder llorar sin que nadie me viera.
Caminé con paso firme hacia el sur para seguir las vias del río, notando como a mi alrededor pasaban hombres de negocios en trajes caros, mujeres con bolsos gigantescos comprados seguramente en algúno de los glamurosos desfiles de moda de las semanas pasadas y coches-perdón, carruajes- del tamaño de mi cocina que me recordaban que su gran éxito ha sido fruto de su gran trabajo, esfuerzo y demás. Entonces entendí que a todos ellos, a todos esos que pasaban a mi lado, les habían rechazado al menos 100 veces antes de decirles que sí. Entendí que ellos sólo habían entrado en su mundo, en el que ahora viven feliz o infelizmente porque lucharon hasta llegar a donde han llegado. Comprendí que nunca se dieron por vencidos, que hubo altibajos, que les derrotaron pero que el tiempo decidió el momento en el que ellos estarían preparados para entrar en el lugar escogido. Me dí cuenta de que caminaba junto a personas que rondaban mayormente los 40 años, y que yo aún pareciendo una mujer de 25 tan sólo teniendo 17 años ya casi me parecía que el mundo no podía ser peor y que lo único que podía calmarme minimamente sería un abrazo.
Entonces pensé: pues has escogido un mal día, no hay nadie. Mamá volaba en esos momentos de Sicilia a Venecia, y yo me encontraba sola, medio perdida en el este de la ciudad, oscureciendo y con ganas de pegarle dos bofetadas a la siguiente rubia con tetas postizas que se cruzara en mi camino. Me sentía confundida. ¿Porqué no había nadie a mi lado?¿Porque no podía llorar en ningún hombro? ¿Porque no podía ser como el resto de la gente y volver a la felicidad gastando 200 libras en ropa y lencería?
Me sentía tan sola, tan vacía, tan nada, y decidí que lo mejor era caminar hacia el oeste, hacia donde el sol me decía adiós pero no con gran sonrisa.
Llegué hasta St.Paul's cathedral y crucé el río (esta vez decidí no nadar ni hacerlo en colchoneta porque no estaba de humor) que me llevaba directo frente al Tate Modern, así que lo tomé como una señal y me lancé (no al río, esta vez ya había llegado al destino). Salí 40 minutos más tarde con 3 libros, respectivamente sobre fotografía del siglo XX en los que nombraban a grandes del arte como Diane Arbus, Brassaï o uno de mis favoritos Jean Dieuzaide, un libro sobre la magnífica teoria de Stephen Hawking, y el último sobre la introducción al tiempo y a su relatividad en nuestro absurdo sistema. Caminé largas distancias hacia el oeste y la puesta de sol parecía otro aspecto que me recordaba lo preciosa que es la vida para los demás y lo deprimente que lo es para mi hoy. Poco mas tarde, casi llegando al National Theatre decidí entrar en la boutique de musica y dvd's y gastarme otra cantidad de dinero (que parece que hoy me sobraba) en dos grandes colecciones de musica latina y música árabe. Crucé Embankment bridge mientras intentaba adivinar si mi amigo el frutero estaría al otro lado. La historia de mi amigo el frutero ya la contaré otro día, pero sí, hoy estaba abierto a eso de las 19h y decidí tomarme un gran batido de dátiles con su receta especial (y no diré el ingrediente, sinó no sería especial) para olvidar las penas. Cogí el tren poco después de tomarme el batido y decidir cenar sushi en Soho, más sola que la una, un viernes por la noche mientras las estrellas brillan. Ahora estoy en casa, ya en pijama y con mi gran taza de té de vainilla esperando junto a la mesita de noche. Será una larga noche, soñando con mi largo día.
He dicidio compartir esto en mi blog porque no creo que sólo sirva para expresar mis fantasticas aventuras como trotamundos pero también para compartir con quien lo leen emociones como las de hoy, emociones fuertes, sentimientos de derrota y frustración, grandes tristezas, porque como algunos ya saben (pocos, pero lo saben) yo también soy humana, y también tengo mis días malos, pero hoy no ha sido un de ellos, porque he aprendido que por mucho que te digan que no, que no eres lo que buscan o que simplemente no has llegado a sus expectativas, no es motivo para echarse atrás y renunciar, sinó una más de las razones por las que luchar y será una más de las satisfacciones al ganar y entender lo difícil que es escoger un camino. Que hay dos tipos de camino, el difícil y el más dificil-como decía nuestro amigo Mirsad- y yo se cual he escogido y porqué, y me prometí a mi misma que jamás llegaría a los 40 con la sensación de frustración por no saber qué hubiera sido de mi vida si lo hubiera dado todo. Yo soy quien soy y lo daré todo. Siempre.

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