Monday

noches de penumbra

"Me dejé llevar por aquellas criatura hasta el lecho, donde caí, literalmente, de culo. La luz de las velas acariciaba el perfil de su cuerpo. Mi rostro y mis labios quedaron a la altura de su vientre desnudo y sin darme ni cuenta de que lo estaba haciendo la besé bajo el ombligo y acaricié su piel contra mi mejilla. Para entonces ya me había olvidado de uién era y de dónde estaba. Se arrodilló frente a mí y tomó mi mano derecha. Lánguidamente, como un gato, me lamió los dedos de la mano de uno en uno y entonces me miró fijamente y empezó a quitarme la ropa. Cuando quise ayudarla sonrió y me apartó las manos.
Cuando hubo terminado, se inclinó hacia mí y me lamió los labios.
-Ahora tú. Desndúdame. Despacio. Muy despacio.
Supe entonces que había sobrevivido a mi infancia enfermiza y lamentable sólo para vivir aquellos segundos. La desnudé lentamente, deshojando su piel hasta que sólo quedó sobre su cuerpo la cinta de terciopelo en torno a su garganta y aquellas medias negras e cuyos recuerdos más de un infeliz como yo podría vivir cien años.
-Acaríciame-me susurró al oído-. Juega conmigo.
Acaricié y besé cada centímetro de su piel como si quisiera memorizarlos de por vida. Chloé no tenía prisa y respondía al tacto de mis manos y mis labios con suaves gemidos que me guiaban. Luego me hizo tenderme sobre el lecho y cubrió mi cuerpo con el suyo hasta que cada poro me quemaba. Posé mis manos en su espalda y recorrí aquella línea milagrosa que marcaba su columna. Su mirada impenetrable me observaba a apenas unos centímetros de mi rostro. Sentí que tenía que decirle algo"
allí va un extracto de uno que veo, será mi segundo libro favorito. Sólo Carlos consigue que me sumerja hasta convertirme en pólvora vagabundeante por los rincones de la mansion de Pedralbes.

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